Esta semana la he pasado trabajando muy duro donde doña Isabella, ella es una gran artista, reconocida en todo el mundo, ya que viene gente de diferentes países a comprar sus esplendidos cuadros. Es sábado, hoy es un día caluroso y parece que hoy también doña Isabella sacara una obra de arte, de pronto me acorde de una pregunta que quería hacerle a ella.
-Doña Isabella, le puedo hacer una pregunta?- dije mientras ella pintaba un cuadro de una hermosa mujer.
-dime Eli. - Contesto con su tierna voz
-hace cuanto que pinto ese cuadro que me regalo? – dije curiosa
-hace ya 68 años, tenia 12 años cuando lo pinte.
Mis dudas de si alguna vez había visto a Vesh se volvieron nulas, de pronto era al padre de Vesh al que ella había visto, soñado y pintado.
Cuando llegue a mi apartamento, me senté en el borde de la cama a observar el cuadro del Vampiro, y recordé el sueño que había tenido con Vesh.
Corrí y me aliste, me puse el vestido negro, los zapatos y la tiara, me pose lo mas bonita posible y al mirarme al espejo, vi que no era yo, era como si no me reconociera, me veía algo extraña, algo diferente.
Volví y me senté al borde de mi cama, y me puse a pensar “como espero que me llame si, no tiene mi numero, tampoco tiene mi dirección y menos sabe que me fui de casa”, me desanime un poco y empecé a quitarme las cosas, cuando de pronto tocaron la puerta.
Fui a abrir y no podía sostenerme de lo que mis ojos veían, era vesh con su hermoso traje elegante y su sombrero de copa, sus ojos plateados y su hermosa piel del color del mármol.
Mis piernas empezaron a temblar, pero que me estaba pasando?, porque cuando lo veo a el, me siento extraña?, porque mis ojos no pueden dejar de verlo?, porque su rostro es tan dulce y su mirada se posa en mi con tanta ternura?.
-Nos vamos? – dijo, posando su mano para que la tomara.
No podía moverme, hasta que reaccione.
-voy por las llaves. – me dirigí a mi alcoba
Que clase de tontería acababa de decir, porque no lo invite a pasar. Cogí mi bolso y metí las llaves y me dirigí hacia el.
Cuando íbamos acercándonos a la salida, vi su súper carro, me subí y me acorde que el es de los que conducen a una velocidad “mata almas”.
-A donde nos dirigimos?. – dije tratando de que mi voz saliera
-quiero mostrarte algo. – dijo posando su hermosa mirada a la carretera.
Seguimos a tal velocidad, que cuando pasamos por la bruma, es como si nos internáramos en la noche.