martes, 3 de agosto de 2010

LA CITA ESPERADA

Esta semana la he pasado trabajando muy duro donde doña Isabella, ella es una gran artista, reconocida en todo el mundo, ya que viene gente de diferentes países a comprar sus esplendidos cuadros. Es sábado, hoy es un día caluroso y parece que hoy también doña Isabella sacara una obra de arte, de pronto me acorde de una pregunta que quería hacerle a ella.
-Doña Isabella, le puedo hacer una pregunta?- dije mientras ella pintaba un cuadro de una hermosa mujer.
-dime Eli. - Contesto con su tierna voz
-hace cuanto que pinto ese cuadro que me regalo? – dije curiosa
-hace ya 68 años, tenia 12 años cuando lo pinte.
Mis dudas de si alguna vez había visto a Vesh se volvieron nulas, de pronto era al padre de Vesh al que ella había visto, soñado y pintado.

Cuando llegue a mi apartamento, me senté en el borde de la cama a observar el cuadro del Vampiro, y recordé el sueño que había tenido con Vesh.
Corrí y me aliste, me puse el vestido negro, los zapatos y la tiara, me pose lo mas bonita posible y al mirarme al espejo, vi que no era yo, era como si no me reconociera, me veía algo extraña, algo diferente.
Volví y me senté al borde de mi cama, y me puse a pensar “como espero que me llame si, no tiene mi numero, tampoco tiene mi dirección y menos sabe que me fui de casa”, me desanime un poco y empecé a quitarme las cosas, cuando de pronto tocaron la puerta.

Fui a abrir y no podía sostenerme de lo que mis ojos veían, era vesh con su hermoso traje elegante y su sombrero de copa, sus ojos plateados y su hermosa piel del color del mármol.
Mis piernas empezaron a temblar, pero que me estaba pasando?, porque cuando lo veo a el, me siento extraña?, porque mis ojos no pueden dejar de verlo?, porque su rostro es tan dulce y su mirada se posa en mi con tanta ternura?.
-Nos vamos? – dijo, posando su mano para que la tomara.
No podía moverme, hasta que reaccione.
-voy por las llaves. – me dirigí a mi alcoba
Que clase de tontería acababa de decir, porque no lo invite a pasar. Cogí mi bolso y metí las llaves y me dirigí hacia el.
Cuando íbamos acercándonos a la salida, vi su súper carro, me subí y me acorde que el es de los que conducen a una velocidad “mata almas”.
-A donde nos dirigimos?. – dije tratando de que mi voz saliera
-quiero mostrarte algo. – dijo posando su hermosa mirada a la carretera.
Seguimos a tal velocidad, que cuando pasamos por la bruma, es como si nos internáramos en la noche.