lunes, 13 de diciembre de 2010

EL LUGAR SECRETO

Íbamos en el auto, había mucho silencio entre los dos. Decidí prender la radio para que aquel silencio molesto acabara. Acerque mi mano a la radio y su mano se me atravesó, es como si supiera que yo iba a hacer eso, antes de que lo hiciera.
De pronto freno, y se quedo mirando mis ojos. Era como si esos hermosos ojos entraran dentro de mi mente y hurgaran mis pensamientos.
-llegamos. –dijo



Bajo y rápidamente abrió mi puerta.
Al abrir la puerta, observe un hermoso paisaje, donde la luna estaba sobre un gran lago. Tomo mi mano y nos introducimos en medio de las flores de color vino tinto. Las flores marcaban nuestro camino, como si frecuente mente pasara gente por aquel sendero.
Vesh se detuvo en frente de una pequeña planicie, que estaba rodeada de flores. Soltó mi mano y se sentó.
-Siéntate, por favor. –dijo
Me senté cerca de donde él estaba. Mis manos temblaban, mordía constantemente mis labios, mi cara empezaba a tomar un color rosado. De pronto el poso su hermosa y fría mano encima de mis manos sudorosas. Pensé varias veces en voltear a verlo, pero la pena que sentía era tanta, que escasamente era muy difícil mantenerme sentada, porque por otro lado, ya estaría desmayada.
El tomo mi barbilla con su otra mano fría, fijando mi rostro a su penetrante mirada. Otra vez sentí esa sensación, como si entrara a mi mente y hurgara mis pensamientos.
-seré yo, el causante de que tiembles y tu adrenalina se agite tanto? – dijo
No salían palabras de mi boca, es como si un gato me hubiera arrancado la lengua. No podía reaccionar, estaba petrificada.
Su mirada bajo y soltó mi barbilla, poniendo su mano en su rodilla.
-Tienes que dejar de pensar en mí. No soy alguien al quien tu podrás llevar a la playa a nadar, ni con quien puedas comer un helado en un día soleado, ni ha quien puedas amar tanto para casarte. – dijo
Mi temblor disminuyo, y pude por fin mover la boca.
-porque dices eso, claro que puedes hacer eso o mas. Y si no puedes, no importa. Tú así me gustas. – dije.
Su mirada volvió a posar en mí, sus ojos mostraban una felicidad al oír aquellas palabras.
Como puedes decir eso, no me conoces! – dijo
Podemos conocernos más, si quieres. – dije
Tome su barbilla con mi mano y pose mis cálidos labios sobre aquellos gélidos.

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